29 agosto 2014

Vancouver-Londinium: Finale (WC29)

Me llama Fashion, la ínclita hermanita que huyó hacia el frío: "que a ver cuándo termina la serie del viaje, que estamos en Noviembre y nos sigues poniendo cocoteros". Vale, me doy cuenta de que la cosa se ha extendido un poco... casi dos meses. Pobres divagantes. 

Para qué hace una un diario de viaje? Porque el olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano, podría decir borgianamente. Pero yo, obsesiva y prosaica, quiero atrapar la memoria como sea para no quedarme encerrada en el sótano aquel.

Hoy es el último divague de la serie Wes Coast: un día confuso de esos en los que coges un avión a la una de la tarde de un viernes en Vancouver y, tras diez horas de vuelo (zumos de naranja, "Let it go", mummy vamos al baño, melatonina, vegetariano o pollo-vegetariano-, alguna peli, "En la orilla", puedo poner la pierna aquí, más zumo de naranja y, lo que es peor, sin napolitanas para esos momentos de bajona) apareces un sábado a las 8 de la mañana en el aeropuerto de Gatwick, Londinium. Con todo un día por delante -con ni una hora sueño en la "noche" anterior- para plantearte unas cuantas variantes del suicidio.


El objetivo es NO DORMIR en todo el sábado.  Nada de una siestecita: será El Final. Así que nos lanzamos a las calles en busca de acción. Logramos mantener el tipo, arrastrando nuestros cuerpos jetlaggeados por supermercados, y otros lugares carentes de color bastante rato. Por la tarde volvemos a casa y la hija se nos duerme prácticamente depie, y no hay quien la mueva del sofá. Nosotros resistimos a base de teléfono, té, emails, y fotos del viaje. Antes se decía que "un viaje no se termina de verdad hasta que no se revelan fotos"... hoy en día, tal vez un viaje no se termina hasta que no has terminado la serie de divagues? (snif).

"Escríbelo en word y no lo publiques", me dice, cuando le cuento lo de arriba. Teniendo hermanas así, quién necesita troles? :)

A vosotros: Gracias por haber estado ahí.







28 agosto 2014

San Diego-Vancouver: fricciones viajeras (WC28)

El día 28 del viaje es jueves, y a media mañana, tras uno de los grandes desayunos de San Diego (esto lo contaré en otro divague) nos encajamos en el Chincué (qué digo encajamos, a estas alturas es nos acomodamos, ya formamos parte de él, nuestra segunda piel) y emprendemos autopista hasta LA, desde cuyo aeropuerto volamos por la tarde hacia Vancouver, para comenzar a cerrar el círculo. Como imagen de lo que es conducir en América, qué mejor que esta...

Hay un tema de fricción en la familia Pedalista durante los viajes, y yo me pregunto si esta desavenencia existe en otras familias, o simplemente todo el mundo está de acuerdo con lo obvio (conmigo). Yo, cuando viajo, quiero tener una reserva de comida en la mochila "por lo que pueda pasar". Esta previsión no es gratuita: en los años de formación de una ha pasado tal vez algún mal rato porque no había comida ni posibilidad de obtenerla a varios centenares de kms a la redonda. Además, tengo un problema: a veces, tengo hambre. Mi compañero de piso y viaje puede "desconectar" el hambre y no sentir ni padecer durante lo que se lo proponga. Luego mis actividades preparadoras de bocatas o aprovisionadoras de snacks son vistas por encima del hombro: oh, esos seres con necesidades corporales. Inferiores. 

Como hace tanto que comencé el diario y hace tanto que lo debería haber acabado, ya no recuerdo si he hablado de Whole Foods, la cadena de supermercados que nos ha sacado de más de un apuro en estas vacaciones gastronómicamente aciagas (recuérdese el manjar acelgas, tras semanas de aburrida comida salada yanqui). Whole Foods es una cadena de super orgánicos, todo muy bien presentado, todo muy moderno, todo desesperadamente clase media-alta. Uno de sus grandes puntos es que tienen una esquina donde hay comida preparada, que te puedes servir en cajas y comer (devorar) en una especie de cantina habilitada para los trashumantes como nosotros. Cuando descubrimos la "Sopa de Zanahoria Tailandensa" (con sabor a coco y tirando a picante), la cosa cobró tintes de adicción. Ibamos por ahí con la antena puesta en busca de la sopa tai (en nuestro caso) y los macaroni cheese (Mini). Hay mucho platos, mención a las mil ensaladas, y el precio es espasmódico. Vamos, que te puede salir como comer en un restaurante normalito. En Londinium también los tenemos, no sé si habrán llegado a la península.

Esta introducción a la meca orgánica yanqui es necesaria para entender que, tras el culto que hemos seguido durante este mes, el que yo quisiera pasarme por allí la noche antes de abandonar San Diego y meternos en un viaje de la friolera de casi 2 días no era tan raro. Como era de esperar, nuestro yogi particular mantuvo una actitud distante diciendo que no quería ni cenar nada, ni comprar ninguna vianda para el periplo. Esto no nos extraña, forma parte de su presentación habitual: para qué comprar nada, ya compraremos en ruta.

Haciendo oídos sordo, compro algunas cosilla que nos puede hacer un papel, y, en un punto, me planto enfrente de una caja de bollería industrial. Pequeñas napolitanas (Pain-au-chocolat las llamamos en Londinium, que con el chic de lo francés, como la guillotina- gracias Krae, parece que sus saturados son menos enemigos-públicos-número uno que en castellano). Y pienso: una caja de 15. Esto nos puede durar hasta Londinium. Una en un aeropuerto, otra en tal espera, y las últimas para el avión, donde todo está contado (se acabó la fiesta, nada que ver con el dispendio de los vuelos transatlánticos que recuerdo de hace 10 años). Perfecto: a la cesta, es una situación de emergencia. Mini salta, baila tregua y catala, evidentemente, y aplaude mi iniciativa. El padre, más evidentemente, mira con desdén y muestra su desacuerdo con suspiros y otros ejemplos de lenguaje corporal.
 
Como digo, a la maniana siguiente dejamos San Diego. Viajamos durante dos horas hasta el aeropuerto de LA. Dejamos el Chincué (buaaa) y llegamos a la terminal,  con mucho tiempo. Volamos a las 6 pm. Como un par de napolitanas, Mini lo mismo. Qué hora es? todavía falta un rato para embarcar... y, cual es el estado de La Caja? quién se ha comido las que faltan, hasta QUINCE? quién encima nos hace creeer que no le apetecían, que el pobre se ha sacrificado por nosotras, para no cargar con la caja, que no entendemos nada...

Nace una nueva figura: el monstruo de las napolitanas.



27 agosto 2014

Surfing en San Diego (WC27)

El mito de las playas de California para nadar es eso: un mito. Pero el mito de las playas de California para surfear, hemos constatado desde San Francisco que es real: adaptación al medio en estado puro. Ya hemos dejado claro en el divlog que en otra vida solicitamos crecer junto a las olas para poder hacer lo que parece una actividad de dioses: deslizarse sobre el mar. Lo hemos divagado aquí y a, y eso nos hace ganar puntos. 

La última tarde en San Diego la pasamos en una de sus famosas playas. Quería subir un vídeo de unos cuantos chulos de chiringuito sobre la tabla pero pesa tanto que no lo admite blogger. Así que tendrán que ser estas cuatro fotos las que dejen constancia de que hay gente que vive para la tabla. Aún recuerdo una conversación que oí en alguna parada del viaje, frente al mar, en la que el surfista contaba a una pareja cómo "se fue vivir a Seatle y tuvo que volver a bajar a California, porque no podía vivir sin olas".

Life is swell...













26 agosto 2014

En San Diego con faldas y a lo loco! (WC26)

San Diego, 26 de Agosto. Este día mejor empezamos por el final. Lo primero, vamos al cine:



El Hotel Del Coronado, conocido coloquialmente como el "Del" está en la isla Coronado en la bahía de San Diego.  Fue construído en en 1888 como una especie de spa de la época, como sanatorio para los Hans Castorp californianos, o, por poner una referencia más reciente, una especie de "Grand Budapest Hotel". Desde luego, su estilo victoriano, con las torretas y florituras, bien puede competir con el hotel trepado en los Alpes de Wes Anderson. La isla Coronado está dividida en la parte de lujo-y-poderío donde esta el "Del" y una base militar. El único consuelo que nos queda es que todos los millonarios que tienen allí su quinta residencia o que se alojan en el hotel tienen que soportar los pequeños cazas que despegan y aterrizan a todo trapo y sin parar.

 
Tras leerme las "guías para padres" sobre la conveniencia de que una niña de 6 años vea la mejor comedia de la historia del cine ("algún beso y gente fumando", ponían), nos lanzamos a ver la peli anoche. La verdad es que los tiroteos no son gores, pero los besos del yate son un poco demasiado. Sin embargo, el resto de la película... cómo se rió Mini!!! No me voy a olvidar de sus carcajadas, durante los títulos de crédito tras el -esto seguro que els el mejor final de comedia de la historia del cine- "Nadie es perfecto". Aún se acordaba de haber estado allí, así que eso lo hizo doblemente chulo. En la peli pretenden que están en Florida, pero desde luego San Diego está mucho más cerca de "la meca del cine".






Para llegar a Coronado puedes ir en un ferry o cruzar un puente... como lo hicimos al atardece, las imágenes de San Diego al fondo eran tan espectaculares como esto:
















En el paseo al lado de la playa, siguiendo más allá del hotel fue cuando constaté que los aviones militares eran un rollo, y que si esta concentración de ricos no han logrado quitarlos de aquí... qué lo hará. Anochecía y lo mejor de esa playa es que dejan hacer hogueras por la noche. Grupitos de gente haciendo picnics, bebiendo... encantador. Os llevaría allí a los divagantes y ala, a divagar... (sin guitarra, NáN, va por ti). 




Y termino con el día y alguna foto de la ciudad vieja. La primera será uno de mis recuerdos de la ciudad: veis que no son solo los militares (lo de los aviones en San Siego es brutal. De repente, vas por la calle  y te encuentras un avionazo de este pelo a pocos metros aterrizando)














25 agosto 2014

De LA a San Diego: Road movie (WC25)

Desde el observatorio del parque Griffith, (véase la última foto de ayer -en la que parecía que iban a redoblar los tambores y salir los focos y las trompetas tan-tararán), se ve una arteria de la ciudad que brilla más que las demás. Es Vermont Avenue. Esta calle inmensa cruza LA de norte a sur, y cuando le hicimos fotos la noche anterior, poco nos imaginábamos que íbamos a pasar allí un buen rato a la maniana siguiente, de camino a San Diego. 


La calle, dadas sus dimensiones, y tras lo que hemos dicho de LA, vuelve a hacernos pasar del primer mundo al tercero en poco rato. La desolación, en este punto, creo que solo se puede expresar con imágenes, y como muestra estas dos. Casas bajas, solares, comercios pequenios, moteles extranios, poca gente, carteles luminosos. Un paseo deprimente, inexplicable. Y ya sé que me repito, pero cuanto más pienso en este país, y específicamente LA, menos lo entiendo.














Pero seguimos pisándole a Chincue hacia el sur, en contra de las letras de las canciones, en busca del verano. Me recuerda nuestro "viaje iniciático" de norte a sur de lationamérica: no he pasado más frío en mi vida. He pasado frío aquí, pero empieza a ser historia del pasado (lejano, porque cuando se viaja, hace una semana parece remoto, no digamos Vancouver... cuádno estuvimos allí?) Seguimos por la Pacific Coast Highway, la misma que bordea la costa que hemos seguido desde San Francisco. Es un día lleno de imágenes, de tratar de capturar momentos desde la ventanilla del Chincue, de pararnos rápidamente en aquella playa, de pensar si la vida de esta gente es siempre así: con la tabla de surf bajo el brazo? Pienso en la velocidad de Londinium-cuando vienen visitantes lo dicen: por qué anda la gente tán rápido? En California, por qué van tan lentos? 

Seguimos hacia el sur, con la esperanza de cruzar aunque sea un ratito a México... somos el guión de una road movie en toda regla... yo me pido Thelma, aunque solo sea por el rato del motel...

Y de fondo suena... Welcome to Tijuana, Tekila, Sexo, Marihuana...






24 agosto 2014

Clásicos del cine. Pentámetro yámbico. Planetarium (WC24)

El último día en LA nada tiene que ver con el tercermundismo de la zona de las Watts Towers, y el paseo por Ciudad Juárez que a ratos sentimos por Downtown. Hoy tocaba pasar por Beverley Hills, Bel Air y morirse de asco en Rodeo Drive: tocaba tocar fondo. Y seguirnos ratificando en las cuatro cosas que tenemos claras -y que vamos repitiendo en este blog, ya casi por cinco anios-: que exista una ciudad con la miseria y el despendole de LA es vergonzoso y desde luego signo de que hay algo aquí que va mal.

También fue el día para dar rienda suelta a los fetichismos de una: Sunset Boulevard (en foto) estaba cerca de casa y cruza la ciudad. Imposible no ser poseída por el espíritu de Gloria Swanson y , exactamente con su misma entonación, repetir, cada cinco segundos lo de "I AM big. It's the pictures that got small". Enorme.



Joe Gillis: You're Norma Desmond. You used to be in silent pictures. You used to be big.
Norma Desmond: I *am* big. It's the *pictures* that got small.

No tan a mano pilla la mítica Mulholland Drive, pero a la bajada del Getty Center nos lanzamos en su búsqueda. Y ahí estaba, tan parecida al comienzo de la peli de Lynch, pero nosotros la hicimos por la tarde-no es lo mismo. Hace muchos anios que no he visto la peli. Recuerdo perfectamente el cine Broadway de Nottingham, donde vivíamos cuando se extrenó en 2001. Y lo famosa que se hizo luego Naomi Watts, pero... qué fue de la morena? Inquietante. Recuerdo también principalmente una escena. Inquietante también.


Pero sin duda, el momento del día, de LA y uno de los momentos del viaje fue la visita al planetario en la cima del Parque Griffith. Si uno es un friki de los planetarios, está claro que es un MUST. Si no se es, hay que subir igualmente: se tiene una perspectiva cercana del famoso cartel de "Hollywood", y el atardecer es espectacular. 

Cuando el sol ya se acababa de poner, pero aún no estaba oscuro, entramos Mini y yo a una de las sesiones en el planetario. El Peda, que no es geek de los astros, se quedó fuera haciendo fotos y nosotras pasamos a lo que yo ya sabía iba a ser otro de esos ratos que me afectan de una manera curiosa. He estado en varios otros planetarios en mi vida, y me he tirado a mirar las estrellas en verano muchas más (aquí conté los momentos "Almería" y "Mamalluca" respectivamente, a la inversa), y siempre me causa una sensación de fascinación mezclada con vértigo metafórico, y con angustia, y con curiosidad, y con relativismo, y pasotismo en las líneas "por qué afanarse". Cuando me enfrento ante la inmensidad del universo, que se va cada vez expandiendo más, como huyendo de sí mismo, y pensar hacia dónde se expande... acabo siempre en los pequenios humanos, hormiguitas que se afanan de un lugar a otro, con sus bolsos, y su aviones, y su ordenadores, y sus cenas de sociedad y ... qué es todo eso enmedio de esa masa que sigue su curso, ajena totalmente a las gestas o fracasos de las hormiguitas terrestres.

Esto me lleva al documental (recomendación de Mo, graches guapa) "Particle fever", sobre los experimentos en el Hadron Collider de Ginebra en busca del bosson de Higgs. Si alguien que sabe de física está leyendo, le aconsejo pasarse este párrafo, porque en mi nivel de física (olvidada) de COU, lo que me pareció fascinante fue la dicotomía multiverso vs. supersimetria. O sea, podemos usar las reglas de nuestra física ahí afuera (supersimetría) , o es todo tan caótico e inestable que nunca podremos hacerlo y como consecuencia, no podremos entender el universo (Multiverso). El bossom de Higgs, con su peso, iba dar la respuesta, y al final se quedó a medias: ni prueba multiverse ni supersimetría.

El blog se llama divagando... por si alguien está ya pensando en el hara-kiri, pero es que aún hay más. Ahora viene cuando introduzco el pentámetro yámbico, un concepto fundamental para entender lo que pasó durante la media hora de sesión en la semibola del planetario. 

Las luces se apagan, Mimi está emocionada (cree que es "Space Mountain" de nuevo), y aparece una mujer de unos 50 con una bola iluminada en la mano, a la que eleva y mueve a la vez que comienza a hablarnos del universo. Todo está semioscuro, y la proyección en la semiesfera que es el techo aún no ha comenzado, pero... por qué estoy como hipnotizada? La mujer sigue hablando y me siento como si me mecieran, como si estuviera en un barquito enmedio del mar... se apagan las luces y comienza la proyección: con historia, mitología, constelaciones... y mis ojos dando vueltas. La mujer no para de hablar durante toda la proyección.

¿Está la mujer hablando usando el pentámetro yámbico? El pentámetro es un tipo de verso de cinco pies (un pie yámbico es una sílaba no acentuada seguida de una acentuada), cada uno de los cuales suele estar compuesto de dos sílabas, no acentuada y acentuada, con una sílaba opcional no acentuada al final. No hay rima. Una línea de pentámetro yámbico son cinco pies yámbicos en un mismo verso:


da DUM da DUM da DUM da DUM da DUM

Es un verso muy usado por Shakespeare, por ejemplo, y hay algún vídeo en el que la Royal Shakespeare Company se lo explican a los alumnos, comparándolo con el ritmo del trote de un caballo, o el del propio corazón: no sorprende que sea tan reconfortante. 

Mini, que ya se ha dado cuenta que aquí no hay desplome al vacío como en las montanias rusas inspiradas en el espacio de Disneyland, me pregunta muchas cosas, la pobre lleva un lío. "Por qué le mataron?" (a Galileo)... y suma y sigue.... "No me ha gustado el planetario!", dice al salir... "Te ha encantado!", le digo. Y el pique dura un rato.

Pero el shock que sufrimos a la salida es de película (nunca mejor dicho, bajo el cartel de "Hollywood"): ha anochecido totalmente y los rojos del cielo han dado paso al espectáculo de la ciudad iluminada, que es el comienzo de una película de Universal.

La voz de la mujer de la esfera y la de Gloria Swanson navegan por mi cabeza. Mi corazón late, como el ritmo de ellas, en riguroso pentámetro yámbico.


23 agosto 2014

Los quince (WC23) y otras reflexiones mexicanas

Ah, Los Angeles... la meca del cine, Beverley Hills, Bel Air... esas cosas. Sin embargo, como era de esperar, hay otra LA. O tal vez otras. Y como estamos en california, esta otredad no es al nivel de otras ciudades, donde hay riqueza y pobreza. Aquí hay extrema riqueza y megapobreza. Y es de esto último de lo que quiero escribir hoy. Por que el contraste entre distintas partes de LA es tan brutal, que más de un mes después, y aún no me he recuperado.

El día 23 del viaje era nuestro segundo día en LA. Valientes, decidimos dejar descansar a Chincue y lanzarnos al metro. Sí, como leen: en la ciudad donde has de coger una autopista hasta para bajar a comprar el pan.  Y tras un ratito, no cuesta entender porqué el metro no es el medio de transporte de elección aquí: hay pocas líneas, que llevan a sitios extranios. 

Entramos en nuestro barrio, "Los Feliz" y salimos, atención en "El Pueblo de los Angeles". Si alguien se está preguntando si estamos en LA o en Jalapa o Guanajuato, está justificado. Porque esa zona es puritito México (eso sí, salimos vía Union Station, una mezcla arc-deco indígena que hizo el papel de estación central de policía en Blade Runner-fans, tranquis). En imágenes podemos ver que la plaza no tiene el factor wow del DF, más bien el ambiente tirado de una ciudad de provincias sesteando: ninios vestidos de mariachis (es o no es mono?), comuniones, uno que canta rancheras con decibelios nocivos para la cóclea, uno con un burro con alforjas para que se hagan fotos... y ya.

Luego está la novia mexicana, que nos encontramos de camino al Disney Hall. Y sí, lo que reluce es un Frank Genry más, un Gugenheim enmedio de un desierto que resulta arduo cruzar a mediodía. El edificio es una maravilla, como lo es el Gugen de Bilbo.pero ha sido colonizado por los novios, venga novbios, más novios:  qué pesaos son los novios en todos los países. Y sus fotógrafos (he de explicar una vez más por qué no me he casado?). Atención a la foto con reflejo... (que luego la familia Pedalista plagiaría con nuestras camisetas sudorosas y miradas de odio).

 Detrás del Disney Hall (que tiene una historia que algún divagante wikipediará y que yo, si fuera el día 7 contaría ilusionada-ahora no me acuerdo y no wikipediaré). Divago: decía que detrás del Disney hay una pequeña "city", edificios acristalados, tirando a rascacielos, con una plazoleta lago artificial incluído, donde por supuesto hay un Starbucks y cae un Mocca Frapuchino. Podría ser una de esas plazas impersonales de Canary Wharf, La Defence, y tal. Pero de allí, bajas por unas escaleras (o un funicular, que no va) y acabas de nuevo en México.

Lo primero el mercado, que es una maravilla. Siempre me gustan los mercados, pero descubrir uno que no ha sido gentrificado (como ha pasado con mi amado Brixton, en el que ya hay pequenios bares con encanto llamados "queso y champán") y que permanece cutre pero bonito es de éxtasis. No sé verdaderamente qué foto poner, porque todas darían para un divague solo fotográfico.

Pero el verdadero shock viene al salir a la calle: Broadway. El nombre es grandioso, y contrasta aún más poderosamente con la cutrez tercermundista de la vía:  edificios donde la suciedad y la falta de cuidado salen por la ventana, cortinas medio rotas o simples toallas o viejas colchas raídas. Tiendas de videos porno, más indigentes con sus carritos de supermercado. Farmacias. Almaneces de ropa barata. Maquillaje eléctrico. El castellano es el idioma oficial.

Entonces Mimi llama mi atención: mummy, mira qué vestidos. Escarlata O'Hara a lo cutre viene a mi cabeza. Mini me hace entrar: cientos de vestidos enormes, todos en la línea O'Hara, de todos los colores, y con variados escotes. Mini alucina, los quiere ver todos. Tristemente, una fotocopia indica: FOTOS NO.

"No se preocupe, su mamá le comprará uno no más para sus quinse"

Sus quince? Sí, y en la misma calle hay varias tiendas dedicadas a estos vestidos para cuando las latinoamericanas cumplen 15. La puesta de largo. Me da un asco terrible pensar en esa celebración como "la puesta de la hija en el mercado", parece. Los de la tienda me dan detalles, los precios son indecentes, miles de dólares algunos, dicen con orgullo. "Y en su país estamos empezando a abrir tiendas, cada vez hay más demanda con la emigración". Ya, digo.

Si el día hubiera terminado aquí, tal vez me habría olvidado (sobre todo porque no tengo fotos), y este divague no hubiera ocurrido. Pero luego, el paseo continuó por diversos parajes de esa LA sorprendente, desierta, tumultuosa y desolada, y se cerró el círculo.

Queriendo aprovechar al máximo del "día de metro" nos metimos en una estación por allí en Donwton para salir en las "Watts Towers". El porqué acabamos en estas dos torres de hierro retorcido es una combinación de los siguientes factores: 1.tenía boca de metro (en casadios, al sur de LA), 2.en la guía eran descritas como "gaudianas", adjetivo que me puede llegar a atraer hasta el mismo infierno y 3. porque hubo en la zona unas revueltas míticas en 1965, las Watts Riots. Al llegar a la estación de las Watts Towers nos encontramos con aún mayor desolación que en el Downtown, y no es una sorpresa porque el viaje en el metro ya pone los pelos de punta.

Las torres son un proyecto artístico callejero, que está bien, pero que desde luego no ha visitado un turista desde probablemente las revueltas. El cielo se está poniendo rojo y es todo apocalíptico y encantador. Vamos caminando de vuelta por calles de casas paupérrimas, planta baja de cemento, quién sabe si contruídas con poco más que chatarra. De repente, rancheras a todo trapo. Salen de una de esas pobres casas y en el patio del frente está ella: la niña de los 15, con tres o cuatro críos más. Nos quedamos extasiados mirándola, por distitas razones: Mini valora el vestido, enorme, hortera, colorista... valora todo menos su valor, que es lo que me acongoja a mí: porque en un rebobinado bestial estoy en las tiendas de Broadway donde me cuentan que aquel de allá vale £3000 dólares, pero también tiene ese otro más sencillo, por... o aquel de allá que...

La de los 15 nos mira muy seria. Le sonrío y saludo con la mano, mientras tiro de Mini para salir de ahí. Que se quede con la verdadera sonrisa de admiración de Mini y solo unos años depués entienda mi desesperación al pensar en sus padres limpiadores de oficinas nocturnas ahorrando como pueden para el vestido con el que pondrán a su hija en el mercado. Esto es LA, 2014.


22 agosto 2014

Acelgas en Los Angeles (WC22)

Mi verdura favorita del mundo mundial (y esto es mucho decir, porque me encanta la verdura) es la acelga. Puja muy duramente con el cardo, ahí están. Esto es sin duda lo que peor llevo del tema "emigrante": la mayoría de los españolitos en Londinium echan de menos el jamón, la tortilla de patata... Pero el jamón puedes encontrar aquí, o te trae tu suegra al vacío un montón de sobres que te duran unos meses. Sobre la tortilla, el Peda ya ha superado a La Gran Maestre, mi madre (vía mi persona, que transmitió el saber sin que pasara por mí: me mantengo virgen en esto de la spanish omelette).

Pero divago. Cuando voy a las vetustas... festival de la acelga! Mis suegros opinan que es una vedura de pobres, que no es fina (hey, con quién estoy siempre? con el proletariado!). Dicen que es más sabrosa la borraja (que también me gusta) o la vaina (que eso ya tenemos aquí, y además NO). 

Intentar su cultivo en las islas: ya lo he intentado. David tenía un alotment (huerta, de esas que le pagas a la Queen £5 al año y tú cultivas). Traje semillas de acelga y borraja. De ese proceso aprendí que la borraja (borrage, la llaman, y pensaban que era para los burros) no debe dejarse florecer. A David le salieron unas flores como lilas, y mi padre (que había ido a Gilca a por los sobres de semillas) anunció por teléfono que no, que ya era demasiado tarde (pobre hombre). Con las acelgas no sé qué pasó, pero no las probamos. 

Hace un par de años fuimos a la campiña (todo lo fuera de Londinium=la campiña) a ver a Oso y Risa. El divague se llamó "Finde de excesos", en su mayoría gastronómicos. Bien, pues Oso, natural de Guesconsin cultivaba acelgas en su jardín! Así me ganó para siempre. Pero claro: luego hay que volver a la city, un erial de acelgas.

El caso es que el año pasado, cuando Fashion y JAL aún vivían en el centro del universo (snif! si me queréis, volverse!), iban paseando cerca de Brockwell Park y en una verdulería que hay al lado del mercado callejero de Herne Hill... ENCONTRARON ACELGA!

Por si acaso, fui a comprobarlo, y efectivamente, era ACELGA! los chicos la habían identificado! A partir de ahí comenzó una relación muy peculiar con el verdulero, Spencer. Porque claro, yo no vivo por ahí e iba de propio para esa verdura extraña que no sé si lo ingleses conocen y que además, es bien cara. Spencer me dió su móvil porque no siempre tiene y le daba palo ver mi carita desilusionada cuando era que no.

A menudo le ponía un txt desde el trabajo, el viernes por la tarde.
-"Spencer, do you have swiss chard this week?"
-"Yes, love, plenty love, I'll keep it for you" o
-"No, love, nothing this week love"
Mis compas de trabajo, malos como eran, decían que aquello mas bien parecían las conversaciones que se mantienen con el camello de uno. Oídos sordos: Spencer y yo tenemos una relación saludable, claro que como dice el Peda, si fuera un auténtico comercial sería él quien me podría txt cuando tuviera acelgas. Porque además, al precio que la cobra! Ya sabíamos que era cara (la traen de Normandía, aguanta), pero lo constatamos un día en Fulham (barrio pijo del oeste) donde tras comer en casa de unos conocidos vimos las amadas hojas en una tienda de la esquina, esos pequeños supermercados que tienen los indios o pakistaníes.

Pero dejémonos de Fulham: acabamos de llegar a Los Angeles absolutamente baldados tras la jornada anterior de sol a sol en Disneyland. Tengo agujetas hasta en la coleta. Sueño con un par de días en el apartamento que hemos alquilado sin moverme del sofá... pero quién me iba  decir que el paraíso estaba realmente en la ciudad de las estrellas? Porque cuando salimos al supermercado local con la ilusión de la sandía (esto es una de las grandes ventajas de no quedarse en hotel, la sandía enorme en el frigo americano, aún más enorme)... nos encontramos.... A-CEL-GA!

En serio: quién está tan loca como para dar saltitos por ver acelga en LA y además comprarla? Mirad en imagen qué buena cara tiene... qué cenas de gozo nos dieron esas hojas, con su patatita y aceite de oliva.

LA, la meca del cine, paseo por el Hollywood Walk of Fame: el Paseo de la fama con las estrellitas y los actores, y los batman y maikeljaksons que se hacen fotos con la gente.

 LA, y ponemos una foto de acelgas. Y lo que os gusta el blog de las divas por detallitos como estos?

21 agosto 2014

Disneyland: Introito (WC21)

 Yo era de las que decía: Mini irá a Disneyland con sus abuelos o con sus tíos. La idea de un día con Micky Mouse me ilusionaba tanto como, no sé, la anual descongelación del frigorífico. He hablado algún día de mis dudas en esto de tener hijos? La principal era: no me gustaban las familias con hijos. La segunda: parques, jardines, y ahí se incluía Disney.

Bien, varios años después y tragados varios sapos y culebras (en lo de parques y jardines, afortunadamente creo que no nos hemos convertido en una "familia con hijos"- con gran poder anticonceptivo), vengo a divagar sobre mi jornada en Disney.

Y cuanod digo jornada, digo Jornada: mucho más cansada, intensa y larga que cualquier jornada laboral: a las 9 am estábamos a la puerta del parque (padres ejemplares, o qué), y a las 12 de la noche salíamos. Un tour de force. La culpa: Mini.

Disneyland de Anaheim, al sur de LA fue el primer parque Disney, supervisado por el mismo Walt, y que abrió en 1955. Tiene un parque adyacente para el que se requiere otro día, pero aseguro que el cuerpo no hubiera aguantado. Hay otros parque de Disney en Florida, por supuesto Eurodisney, y luego tres en Asia: Tokyo, Hong-Kong y Shangai. Vale, ya dejo de se la Diwiki.

Es que estoy retrasando el momento de admitir que me lo pasé como una enana. A ver: momentos angustiosos los hay, y muchos. Filas, calor, helados tan grandes como la cabeza de Mini (que se comió, por si había dudas), Micky Mouse (que afortunadamente no hablaba (la voz te la quitas) y gente, mucha gente. Y eso que nos decían: "no, lo hemos visto más lleno" (porque fuimos en un día, en teoría, escolar en los USA). Lo han visto peor, dicen. Yo creo que ahí no cabía un alfiler.


Uno de los aciertos es que Mini tiene 6 años y a la vez es kamikaze. Me explico: alguien me contó que sus hijos, de 10-12 años ya se habían "graduado" del tema Disney. Los más pequeños se enteran de la misa la media, y sinceramente, a ir a este lugar con un carrito de bebé no me arrastrarían ni 12 caballos salvajes (pero había "aparcamientos" de carritos a tutiplén). Pongámosle nombre: los padres que llevan allí a un bebé o enano es porque quieren ir ellos. Cosas más raras se han visto: en serio que vi parejas de novios, adolescentes en parejitas (claramente estos no se habían graduado de las princesas). Y auqnue una espera que las parejas en Honeymoon tengan mejores cosas que hacer, que ya les tocará, yo tengo una historia que lo desmiente. En mi pasados oscuro de Vetustilla de la Torre conocí a una gente que se casó por la misma época (esas maratones de bodorrrio que la gente se ha tragado a veces, tres bodas en un mes-peor tortura me la expliquen) y acordaron irse de viaje de novios TRES PAREJAS a Orlando, para ir a todos los parques de atracciones de la zona. Eran fans. Luego preguntáis por qué no me he casado.

Luego esta el tema Mini kamikaze (o cacique*). *Nota (este divague va llenos de más divagues). En Julio, cuando fui a buscar a Mini a Donosti después de los días con sus aitonas, pasamos un día genial en al playa ocn los primos del Peda y sus hijos. Tenían una barca hinchable y... cómo lo pasamos saltando olas. Teníamos a los cuatro críos en la barca, y los mayores sujetábamos alrededor. Las olas de Donosti... son interesantes (a punto de volcar varias veces). Al salir del agua, Montse me dice: "tu hija es cacique cacique eh?". Yo no quise aclarar, porque supuse se refería a que iba la primera viento en popa a toda vela: Mini sin miedo. Así que kamikaze y/o cacique.

Y por este atributo (puedo decir cacique? es que ya me he viciado), Mini cuando descubrió la primera montaña rusa, pasó del resto de cositas.  Porque el parque está plagado de trenecitos que pasan al lado de un paisaje holandés, con sus molinos y tulipanes, de túneles donde cuentan la historia de Winnie de Pooh y demás. Afortunadamente, no pasamos por muchos de estos, porque había tanto vértigo por hacer, y tatos gritos que pegar... pero nada más llegar, incautos, caímos en una atracción fascinante que no podréis apreciar en su plenitud con el vídeo adjunto: hoy termino esta primera parte Disney con este proyecto, que se puede intrepretar como puro sadismo, pero es en realidad un estudio científico. Se trata de que el divagante imagine lo que supone estar a las 9:15 de la mañana de un jueves entrando en barquitas por un túnel en el que aparecen muñequitos de todos los países del mundo cantando "It's a small world".

La canción tiene tela: al principio sabes que estás en el decorado de una peli de horror -Chucky el muñeco diabólico está a punto de aparecer en cualquier esquina-y lo sabes-. Luego, cuando te das cuenta que lleva ahí desde 1955 y no has leído nada en la prensa ("Una nueva carnicería de turistas en "It's a small world" de California"),  piensas en "Charlie and the chocolate factory", la primera peli, la retro, y tu pánico disminuye en la escala: solo temes que salga Willy Wonka, junto al pavor que te da la idea de que la vas a llevar pegada -la canción, dénle al play-todo el día. 

Pero, finalmente, cuando te vas para casa-a medianoche-, te das cuenta de que has sufrido un proceso de Síndrome de Estocolmo y.. te gusta!


****Continuará******
(como decían en "Falcon Crest")
























Disneyland: Hoy abrochense los cinturones (WC21)

Todo el mundo sabe que en todo viaje que se precie, el diario no se termina nunca in situ. Los últimos días se desbocan, y una lo va dejando, confiando que la bendición de las fotos digitales le refresquen la memoria, para cuando se siente en casa a divagar el "diario para la posteridad".

Hoy hace exactamente un mes y un día que volvimos de "las Américas" y aún voy por Disneyland. Lo peor: se me está olvidando y para colmo he caído en las redes de las sirenas y he divagado fuera-de-diario (aunque admitamos que Franzen fue parte del viaje, y que lo del diente era una efermérides imposible de obviar). 

Así que hoy solo uno breve para terminar de una vez por todas con Disneyland. Sé que interrumpo apasionantes conversaciones en los otros divagues y me siento medio culpable: es como cambiar la música que están todos bailando enloquecidos y poner... no sé... "It's a small world" otra vez. Pero no desesperar: hoy toca lo diver! Porque vale, el último día fui mala y puse en las mentes de los que aún no conocían Automóviles Torrehermosa su sintonía, pero hoy el divague va a ser como subir en una atracción de feria. Prometido!

La Princesas
Mini con las piernas cruzadas ante Aurora
Qué sería de Disneyland sin princesas. Se trata de unas SANTAS que se pasan ahí 8 horas (quién sabe si más) hablando con las niñas y haciéndose fotos. Aurora (la favorita de Mini), Ariel, Blancanieves (a mis compas de curro les pone: en serio? si por lo menos me dijeran la reina bruja, una versión feeta de Maléfica), y alguna más. Estas son las clásicas, pero para Elsa (aquí tenéis el divague, para los olvidadizos) había TRES horas de fila. Que por supuesto no hicimos. 

Elsa en la cabalgata
Pensaréis que no tenemos corazón, pero quién se pierde lo que sigue por ver a Elsa?

Montañas rusas
La mina
Ya no me acuerdo cómo se llama ninguna pero hay unas cuantas a cual más diver que tienen ambientaciones varias: una está ambientada en el Tirol, que la subes por dentro y luego la bajas rodeando a todo trapo, sorteando osos polares con ojos rojos y cascadas. Fue la primera que subimos y una de las que repetimos. Genial. Luego está la que parece que estás en una mina de cuando se inventó la pólvora, con explosiones interiores y otros sustos. La de Micky Mouse mejor me la ahorro, porque es eso: una atracción mickymouse.
Splash mountain

Al Peda y a Mini particularmente les apasionó "Splash Mountain"... esa que vas por un río dentro de un tronco, y no hace falta que explique de que va el "splash". Lo curioso es que tiene dos bajadas buenas (particularmente la segunda, casi vertical, en imagen), pero entre tanto, mientras vas por las cuevas, hay cocodrilos tocando el banjo... o sea, una versión más de "It's a small world" (siento sacarlo de nuevo, está aquí para quedarse). La segunda vez el Peda fue el primero del tronco y fue... muy divertido.

Una de las cosas que hacen de Disneyland el parque ideal para mí es que no tiene atracciones tipo "Revolution", que te ponen boca abajo. A mí estas no me gustan porque enseguida ya no sé dónde estoy, y no puedo divertirme porque toda mi concentración va a intentar no marearme (infructuosamente). Pero las montañas rusas me encantan. 

Simulator e Indiana Jones
Hay un simulator de Star Wars que está muy chulo. Sobre todo si eres un alma impresionable como yo que me sumerjo en estos simuladores como si fuera
Chewbacca. Vamos, que lo vivo, que viene a ser como cuando conduzco mi Mini Cooper y cojo una curva (el cuerpo ayuda, no dicen que se pierde peso en los rallies: esa soy yo, pero sin el efecto adelgazante). 


Pero lo de Indiana no me gustó, con lo que me apasionan las pelis. Viene a ser como hacer de extra en la primera, se sientas en un jeep con mil cinturones y te avisan que si sufres de la espalda, pases. Total que sales con dolor de cuello porque eso viene a ser como las carreteras de ripio de Bolivia. Eso sí, con serpientes, templos malditos y el mismo Indi haciéndose el chuleta al final. Se despide con su látigo, pero a esas alturas ya tienes tortícolis y sales como un egipcio. Yo pondría a Bananarama al final como sintonía.

Miscellaneous
 















Luego hay mil cosas  que agradecereis que haya olvidado. Puedes hacerte fotos con el Pato Donald, con Minnie, fotos para la posteridad que le tirarás a tu hija a la cara cuando te ponga en una residencia de dos estrellas (baño compartido). Helados, piruletas, enormes pepinillos en vinagre (de escribirlo ya insalivo). Representaciones teatrales de Rapuntzel, La Bella. Musical a lo grande con todos los éxtios (y tristemente sin oportunidad para las madres del público a salir a bailar "Debajo del mar" con el ballet cubano). Atracciones menores como subir a un árbol (Peter Pan?) o a un látido de "Quien engañó a Roger Rabbit". La cabalgata (que Mini se tragó dos veces! Yo a la segunda estaba en el background leyendo "The corrections". Seguro que más de uno me diagnosticó como "la madre Asperger". Creo que debimos ser las únicas personas que se llevan libro a Disney).

El ambiente Disney
Yo de verdad pensaba que las regalaban, o al menos que hacían un barato. Luego ví que valían una media de $24 y aluciné pepinillos (hey, mola mi slang eh? sigo insalivando). Pues sí, queridos: mucha gente en Disney luce orejas de Micky Mouse (o será Minnie, porque casi todas son chicas), y dan cierto espíritu al lugar. Viene a ser como cuando son navidades y en el colegio la gente se ponía espumillón en el pelo (vale, sí, son los 80 de nuevo). Pues así, pero en Disney. 


Por si os lo preguntáis, no nos pusimos orejas de ratón. Pero os aseguro que llego a encontrar estos cuernos de Maléfica en una de las múltiples tiendas de merchandising y HUBIERA CAIDO como que hay sol. Os dais cuenta del juego que pueden dar esos cuernos? Halloween, fiestas del curro, navidades, bodas, reuniones del colegio, obras teatrales, fotos para el blog en múltiples escenarios... en fin.


A las 9 de la noche, que no decaiga, sigue el ambiente porque hay fuegos artificiales detrás del castillo de La Bella Durmiente. Viene a ser como el comienzo de las pelis Disney: superbonito. La foto es una patata pero sin toda esa gente y tirados en una pradera hubiera sido todo un puntazo. (Alguien ha visto fuegos tirado en una pradera? Yo sí, en la Dehesa de Soria, y es Otra experiencia).

Kazike (aka kamikake) lleva duracel
Ha caído la noche, y recordemos que llevamos en una "diversión constante" desde las 9 am. No estoy cansada: lo siguiente. Pero el pequeño conejito del tambor incombustible sigue pidiendo caña. Vamos al lago a ver un espectáculo de luz y sonido, y a los 5 minutos dice "enough". Vamos a Splash mountain!!! Otra vez. Yo digo: haced conmigo lo que queráis. No hay dolor. 

Ya hay menos filas: las hordas han entendido que los fuegos son un amable "ábranse". Son más de las once de la noche. Mini, secando a su padre, entonces sugiere... vamos a "Space mountain".

Space Mountain
Como está en una esquina del parque no hemos tenido tiempo durante el día de visitar esto. Aparte, no queda claro lo que es, porque desde fuera parece un "dome" (cúpula, o un medio huevo). Pese a ser tarde, tiene mucha fila. A Mini no le importa esperar. 

Antes de entrar entendemos que se trata de una montaña rusa en la oscuridad. Así que vas subiendo, con ese sonido tan maravilloso de los raíles que cada vez va más lento hasta que llegas a un punto en el que te paras por un larguísimo segundo y... en una momtaña normal vez que vas a caer, aquí... lo intuyes. 

Cuando te despeñas ves estrellas: estás en el espacio y eso me sube al séptimo cielo. Realmente se sientes volar y no tienes ni idea de dónde va  ser la siguiente vuelta, caída, impresión. Solo sabes que has subido durante MUCHO rato y que todo lo que sube... baja. 

Al salir estamos los tres eufóricos. Es la caña, sin duda lo mejor de Disney. Mini, mil gracias por insistir! Yo que me quería ir a la cama! Imagina que llegamos a perdernos esto!!!! Ves, mummy? Ya te lo decía yo...

Tan sobreexcitados e histéricos abandonamos el parque. Pasa la medianoche, están cerrando... Y con toda esta emoción... a ver quién me duerme a mí...