Tengo a los ingleses locos con este concepto: "estar de Rodriguez". El primer fin de semana que se fue Mini con su aitá a sanfermines, y yo me quedé en La Ciudad sola, fue el finde Rodriguez por antonomasia. Pero para que se materializase, hubo que explicarlo cuidadosamente: sí, en Ejpania en la Edad Antigua, la abnegada amadecasa grillo del hogar se llevaba a los niños a la playa (o al pueblo, siempre ha habido clases), mientras que el Rodriguez se quedaba de Rodriguez. Oso-del que ya hablé aquí-, de Huesca, lo llamó "estar de Smith". Pero aquí lo llamamos por su nombre.
Total que el viernes aquel, que ahora se hace tan lejano, las de uno de mis trabajos montaron una noche Rodriguez. No hay ningún chico en ese equipo, antes de que me tiren los trastos a la cabeza. No me han interesado nunca esas salidas "de solo chicas" a quemar la ciudad. Pero a la fuerza ahorcan.
Aquella noche que, al mejor estilo inglés, comenzó en el enorme jardín de un pub (un must para el visitante al UK, si pilla sol, como ahora, qué tiempo glorioso, es beber en el jardín de un pub), el Duke of Edimburgh. Era un jardín que Mini y yo veíamos desde el tren cuando íbamos a la guarde, y que por fin he pisado. Y al mejor estilo inglés, una Coronita (yo) y horripilante vino rosé (ellas tres).
Cuando ya se han bebido una botella, habilidades especiales de las Rodriguez, de esas que no se comparten necesariamente por la mañana, se hacen patentes. Kirsty, por ejemplo (Minirrodriguez, la baby del grupo) tiene un poder, y es que adivina la talla de sujetador de cualquiera. Acierta la de Caroline y la de Joanna (y atención que hablamos de dos parámetros, contorno y copa), y se equivoca conmigo. Le digo lo que hay y ella: "Pues estás mal medida".
Ahora es cuando empiezan a contar sus aventuras de medidas por corseterías y demás establecimientos de la ciudad. Caroline estuvo en Selfriges, donde la medidora le dijo "mira, si no te importa, te quitas todo" y entonces le pesó las tetas con las manos y apareció con el sujetador perfecto. Caroline: "sentí que había perdido 10 kgs de vez". Vamos, que merecio la pena.
He de ir a "Rigby & Peller", me dicen. Lo tienes en Chelsea o Knightsbridge... "y verás lo que te digo-continúa la pitonisa del busto-todo el mundo que va a R&P sale con una talla menos de contorno y una más de copa. Más feliz que un sidral". Igual he estado haciendo el canelo todos estos años. Te manosean, vale, pero te suben una talla. Lo pongo en mi "to do list".
Cuando cae la segunda botella de rosé y alguna otra Coronita la conversación ha desfasado más si cabe. Ojalá bromease: conversaciones harto soeces y desafortunadas que una señorita de Vetusta se siente incapaz de repetir en este foro. Pero solo una pequeña anécdota por puro interés antropológico, por profundizar en el estudio del autóctono de estas islas. El nativo, el inglesito, ese que se acaba bebiendo una cerveza que no le gusta después de que odiase la muestra porque "no quiere molestar" al camarero con nuevas pruebas. Hete aquí un nuevo ejemplo de la amabilidad, la cacareada politeness británica: Caroline admite haber tenido una segunda cita con un tío con el que sabía no quería una relación. La razón? "La tenía muy pequeña... y claro, me sentí obligada para que no se sintiera mal pensando que no quería nada con él por su tamaño". Sweet Caroline...