Hace
casi exactamente un año divagué sobre la genial “Howards End”, la novela de
1910 de mi admirado EM Forster. Lo titulé "Howards End: Cuestión de clase". Como
dirían Les Luthiers, "caramba, qué coincidencia", porque acabo
de terminar "On Beauty" (2006) ("Sobre la
belleza"), donde Zadie Smith homenajea a Forster en unos
cuantos tramos, en muchos de los temas y llamando a uno de los personajes
principales "Howard".
Como
en "Howards End" tenemos dos familias enfrentadas. Una es liberal (de
izquierdas), los Belsey, (Howard, blanco, es el patriarca, Kiki, negra, la
matriarca), y la otra conservadora, los Kipps (todos negros). Así que la política
es uno de los temas principales de la novela. Según como nos pongamos todo
es política: feminismo, conflicto étnico, religión. Hilarante cómo la familia
progresista, atea por supuesto, habla de las "creencias" de los
Kipps, creyentes, por supuesto:
"I know you and your family have
'beliefs', began Howard uneasily, as if 'beliefs' were a kind of condition,
like oral herpes".(p 38)
Pero
además de reírte (que te ríes, y mucho, en la novela), hay también reflexión: el
hijo pequeño de los Belsey, que trabaja los sábados en una Megastore de música
convoca, siguiendo los consejos de su padre, a los trabajadores de la tienda
para aliarse en contra de la idea de trabajar el día de Navidad. Juntos
venceremos. De entrada, a la reunión sólo van los blancos. Los que
verdaderamente dependen del trabajo para vivir, no es solo que no vayan a la
reunión, es que no ven ningún problema en que se les exija más a cambio de
nada. Esto me hizo pensar cómo nuestros antepasados sin formación tenían una
conciencia de clase que les llevaba arriesgar, yendo a la huelga por ejemplo,
por principios que tenían claros. Estos son los vendedores, pero, y los
compradores de la megastore musical? Estos son unos frikis que dan la brasa y
los contrasta con los que compran bolsos de imitación a los negros del top
manta:
"Of
course, they never want conversation (...) They are ashamed of being
buying from you (...) in the megastore, people had taken such pride in
their capacity as purchasers" (p 246)
Pero,
es el tema racial lo mismo que el tema de clase? Le importa a la
sociedad un negro, o un negro pobre? A final lo que tira para atrás es la falta
de medios, que conlleva todo lo demás, o el color de la piel?. Zadie Smith sabe
de lo que habla, porque es hija de madre jamaicana y padre inglés. Sabe lo que
es "no ser blanco" en Londinium, y habla de racismo de una manera
ácida e inteligente. Impagable la conversación del hijo del catedrático que le
pregunta a un colega negro de la calle "en qué departamento de la
universidad trabajo su amigo", y el chico pobre le contesta:
""son limpiadores. No sé en que departamento limpian". Pero es
que incluso en la modélica familia progre que son los Belsey hay limpiadoras
negras a las que les pagan 4$ la hora: "si fuera americana le estarías
pagando esto?", le pregunta el chaval a su madre.
Del tema
de clase, habiendo estudiado Smith en Cambridge, campo de pruebas de la élite
de este país, también domina un rato. Los Belsey son originariamente clase
trabajadora. De aquella Working Class que gracias a las becas y a la educación
pública han logrado convertirse en académicos, científicos, médicos. La casa
donde viven los Belsey es las antípodas de los nuevos ricos: una casa heredada
de rebote que está usada y vivida por gente que tuvo dinero. Exactamente la
razón por la que en Londinium tener un sillón carcomido de tu abuela y un Bureau
americano rayado de tu padre "da mucha clase". Por no hablar del GRAN
diferenciador de clase en inglés, por lo menos en Inglaterra, el acento:
"It is the worst kind of pretension,
you know, to fake the way you speak-to steal someone else's grammar".
(p.85)
"He could hear his own accent climbing
up the class ladder" (p. 297)
También
sabe algo Zadie de belleza, aunque solo sea por lo guapísima que es (en
la imagen). La belleza, tanto de los cuadros sobre los que disputan los académicos
como la de algunos personajes de la novela está totalmente presente y lo
impregna todo...
"It's remarkable what a face like
Carl's makes you want to do in order to see it smile again" (p78)
"Tall, pleased with himself, pretty,
too pretty liker a conman, sleeveless, tattooed, languid, muscled, a basketball
under his arm, blac2. (p105)
"Of course she was bright. Jerome
wouldn't be able to stand a stupid girl, not even one this gorgeous"
(p124)
"(...) to imagine prettiness as the
mask that power wears. To recast Aesthetics as a rarefied language of exclusion
(...) Art is the Western myth with which we both console ourselves and make
ourselves" (p. 155)
"She is not really that vain. She just
hasn't settled into her looks. She's still young. She hasn't decided what to do
with it yet. It's a powerful thing, you know, to look like that" (p. 241)
En
esta última cita, en la que un personaje conmina a otro a intentar ponerse en
los zapatos de la chica impresionante, veo la sensibilidad y generosidad de
Smith. La chica, que es guapa para morir, aún no se ha asentado en esa belleza,
dale un tiempo, no sabe qué hacer con tal arma en sus manos. Y menuda arma es
esa, ser guapa, ser guapo: en las manos equivocadas puede ser de destrucción
masiva.
La
madre de los Belsey, Kiki, es el personaje más inspirador de la novela. Es
negra, se casó con Howard, blanco de la clase trabajadora que acaba en
academia, pero ni es académica y pesa el doble de lo que "debiera". Pese
a todo, no es "femenine but womanish"...
gran frase que resume el feminismo de Zadie Smith: mujeres que no son
folladas sino que follan, mujeres sobrepesadas como Kiki que comen en público,
pese a la típica mirada reprobatoria hacia ellas cuando lo hacen, mujeres que
empiezan a ser invisibles por su edad y sex-appeal que se va marchitando para
quien no sabe mirar más allá del canon ("they flirt with you violently
because there is no possibility of it being taken seriously"), mujeres
que dejan su vida por seguir a un marido y que luego se arrepienten, mujeres
que pueden ir "simultaneously
overdressed and half-naked" a las fiestas invernales colgada de un
tipo bien abrigadito. Y
es que "femininity is that most passive of virtues".
El amor,
el desamor, el enamoramiento, la traición, enmarcado desde distintos
ángulos pero especialmente el de la mid-life
crisis. Smith analiza la infidelidad del marido de Kiki, rozando los 60
(que ocurre solo en oficinas de la uni, porque un hotel habría supuesto
"planearlo") como el terror a lo que queda por venir, como la última
oportunidad:
"two old friends losing their nerve at the
same time, both at the last lap of their lives. And Howard had known, even as
it was happening, that they were switching lanes out of fear, just to see if it
felt different, better, easier, to run in this new lane-scared as they were of
carrying on forever in the lane they were in." (p. 335)
Y usa
el humor, presente en toda la novela, también aquí, en el reproche de la mujer
engañada, genial:
"Oh, I'm so sorry your dick ofends your
intellectual sensibilities. It must be terrible. There's your subtle, wonderful,
intricate brain and all the time it turns out your dick is a vulgar, stupid
little prick. That must be a real bitch for you!".
(p. 205)
Hay
dos marcos para la historia: uno, el mundo académico, en este caso en los EE.UU.,
un espacio endogámico y separado de la realidad, un privilegio por el que pagas
por acceder-y no solo al conocimiento, sino a la posibilidad de mezclarte con otros
como tú. Y el segundo, aunque brevemente, es Londinium, en concreto mi barrio favorito de la ciudad: Hampstead. Atención
a la descripción, la maldita Smith transmite su amor por Londinium mucho mejor
que yo, que lo intento:
"A sprawling North London parkland,
composed of oaks, willows and chestnuts, yews and sycamores, the beech and the
birch; that encompasses the city's highest point and spreads far beyond it;
that is so well planted it feels unplanned; that is not the country but it is
no more garden than Yellowstone; that has a shade of green for every possible
felicitation of light; that paints itself in russets and ambers in the autumn,
canary-yellow in the splashy spring; with tickling bush grass to hide teenage
lovers and joint smokers, broad oaks for brave men to kiss against, mown
meadows for summer ball games, hills for kites, ponds for hippies, an icy lido
for old men with strong constitutions, mean llamas for mean children and for
the tourists, a country house, its facade painted white enough for any
Hollywood close-up, complete with a tea room, although anything you buy from
there should be eaten outside with the grass beneath your toes, sitting under
the magnolia tree, letting the white upturned bells of blossoms, blush-pink at
their tips, fall all around you. Hampstead Heath! Glory of London! Where Keats walked and Jarman fucked,
where Orwell exercised his weakened lungs and Constable never failed to find
something holy".
Y no podía terminar sin una breve alusión a aspectos formales, aunque sea para
picar un poco al querido NáN, que es quien me recomendó el libro. Sin él no lo
hubiera leído, porque “White Teeth” (la primera novela de la autora me gustó,
sin más, sin necesidad de repetir). Termino con un par de metáforas, visuales y
poéticas, que me gustaría haber escrito a mí:
"Her contempt for Claire was like the
black backing on a mirror; the other side reflected immense personal envy and
admiration" (p. 216)
"And now the class escapes Katie; it streams
through her toes as the sea and sand when she stands at the edge of the ocean
and dozily, stupidly, allows the tide to draw out and the world to pull away
from her so rapidly as to make her dizzy..." (p. 253)