Para Molinos, ella sabe porqué...
La mayoría de las parejas amigas con las que he comentado esta historia han admitido que aunque ellos, como todos, han sufrido crisis matrimoniales de esas en las que directamente estrangularías a tu pareja, nunca podrían competir en surrealismo y kafkaniedad con esta. Y no, no hubo olvidos dramáticos, meteduras de pata en la comida de Navidad, ni incompatibilidad de caracteres. Fue mucho peor.
Pero para entenderlo, tendremos que dar marcha atrás en el tiempo y viajar a 2004, principios de Mayo, cuando Di va a ir de congreso a Nueva York con un par de colegas y amigos, y el Peda y el Náufrago Ro se apuntan, formando un grupo heterogéneo en sus intereses y cosmovisión de lo más interesante. Cómo olvidar la celebración de mi 33 cumpleaños con este grupo en un restaurante portugués encantador, de cuyo nombre no puedo acordarme, pero sí de su sangría. Pero esto eran las noches. De día, mientras nosotros tres trabajábamos arduamente de conferencia en conferencia, Ro y el Peda se dedicaban a patearse el Metropolitan, leer periódicos en los Starbucks y hacer compras por la Quinta Avenida. Su adquisición estelar, sin duda, fueron una chancletas de esas de dedo (de ahora en adelante nos referiremos a ellas como flip-flops) en "Banana Republic": naranjas Ro y rojas el Peda ("son más bonitas las naranjas" decía Ro).
Bien, eran unas flip-flops un poco más chic (35 dólares de la época) que las que se compran en el chiringuito de la playa, pero unas flip-flops, al cabo. Se acabó el congreso/vacación y las olvidamos. Pero como el buen divagante sabrá, los Pedalistas tomaron ese verano una de las decisiones mejores de su vida: cogerse seis meses de sabático por Latinoamérica, seis meses de mochila cuya preparación no fue precisamente fácil: los disfraces a lucir en tan diversas latitudes exigían desde los tirantes al damart thermolactil (no he pasado nunca tanto frío como en ese viaje). Lo mismo aplicaba al calzado, elemento más complicado por voluminoso.
Tras pasar seis semanas en México, los Pedalistas cruzan a Guatemala y su primer destino era Tikal, con sus pirámides, en plena jungla de la región del Peten. Tikal son las séptimas ruinas que visitábamos a esas alturas de viaje (tras los Chichen Itza y Teotihuacán del mundo, ahí es nada), pero sin dudarlo fueron las que más nos gustaron e impactaron (y ahora se incluye la Gran Pirámide de Giza). Por su localización, en medio de una selva salvaje, donde los monos se pasean por las copas de los arboles, y por lo dramático de algunos de sus templos, tan empinados. Cuando subes al templo IV (medio jugándotela, porque es de verdad casi vertical), llegas a la cima y ves toda la jungla, y sobresaliendo, trozos de otros templos, piensas que esto se descubrió un día desde un avión que cruzaba por allí. Sin embargo, cuando empiezas a caminar y ves los templos que aún están bajo la vegetación, con árboles bien grandes que parten de lo alto del templo, entonces te das cuenta de que no: la jungla se había comido esta ciudad maya (la más grande hasta ahora, hay que esperar a que saquen El Mirador, al norte de Tikal), y aún tiene engullida gran parte. Basta ver el Templo V, restaurado con fondos de cooperación española, en el que subimos: 64 metros de altura que hasta hace un año eran solo una montaña llena de broza.
Espero que haya quedado clara la exuberancia del paisaje y la magnificencia de las pirámides con el párrafo anterior (copiado de mi diario). El que necesite evidencia visual, que clike aquí. En fin, que Tikal es LA JUNGLA. Para visitarlo, te llevan en furgonetas desde el pueblo (Flores), que salen cada media hora desde las 5 am para los mataos que quieren ver allí el amanecer, hasta las 10:30 am. Adivinen en qué furgoneto se suben los intrépidos Pedalistas. Correcto. Y desde luego, volvería a hacerlo: no había nadie, ni en la furgo ni en la espesura selvática: todos los trailblazers ya estaban de vuelta.
De repente, al bajar del vehículo, aún alucinada de lo que tenemos frente a nuestros pies, se me ocurre mirar a los ídem, y, oh, qué veo? Mis deportivas supertrek, ya un tanto ajadas y... COMOR???? Efectivamente, como imaginan: el Pedalista se ha ido a la jungla en flip-flops.
No recuerdo-afortunadamente-si entre las lágrimas hago algún comentario en ese momento de lo inapropiado de unas chanclas piscineras compradas en la Quinta Avenida en un momentode exaltación de la amistad en este contexto, pero la madre naturaleza, que es sabia, decide, justo antes de escalar el templo V (el de los 64 metros, no apto para los que sufren de vértigo), que el Pedalista campo-y-playa no ha de subir al susodicho Templo V con esas chanclas de Banana Republic, y en un mal paso… paf, se rompen por el punto en el que se unen entre los dedos y conectan con la suela. Inexplicablemente, afirma él, y debe subir al templo descalzo. Un paso más para convertirse en wanna-be, de esos que van descalzos para estar en contacto con la Madre Tierra.
Ni qué decir tiene que el resto de la exploración de Tikal, con la escalada de trepidantes templos, y a navajazos con la vegetación que va creciendo a nuestras espaldas, a medida que avanzamos, hay que hacerlo con un Pedalista que anda a la pata coja con una flip-flop sin el dedo que la ancle a la suela. Finalmente, la penúltima furgoneta se va y tenemos que esperar una hora más-pasto de los mosquitos, que ya va a atardecer-, porque el Peda viene cojeando en el horizonte y el hombre se niega a esperar.
Así que las crisis de pareja pueden ser a lo guerra de los Rose, disputas millonarias, o por un tema verdaderamente de peso: que tu pareja decida irse en flip-flops A LA JUNGLA.
Milagrosamente, la pareja siguió viajando como tal y, como no creo en Dios, ni en los Hados, tendré que culpar a la injusticia poética por la segunda parte de esta historia…
Continuará…
La mayoría de las parejas amigas con las que he comentado esta historia han admitido que aunque ellos, como todos, han sufrido crisis matrimoniales de esas en las que directamente estrangularías a tu pareja, nunca podrían competir en surrealismo y kafkaniedad con esta. Y no, no hubo olvidos dramáticos, meteduras de pata en la comida de Navidad, ni incompatibilidad de caracteres. Fue mucho peor.
Pero para entenderlo, tendremos que dar marcha atrás en el tiempo y viajar a 2004, principios de Mayo, cuando Di va a ir de congreso a Nueva York con un par de colegas y amigos, y el Peda y el Náufrago Ro se apuntan, formando un grupo heterogéneo en sus intereses y cosmovisión de lo más interesante. Cómo olvidar la celebración de mi 33 cumpleaños con este grupo en un restaurante portugués encantador, de cuyo nombre no puedo acordarme, pero sí de su sangría. Pero esto eran las noches. De día, mientras nosotros tres trabajábamos arduamente de conferencia en conferencia, Ro y el Peda se dedicaban a patearse el Metropolitan, leer periódicos en los Starbucks y hacer compras por la Quinta Avenida. Su adquisición estelar, sin duda, fueron una chancletas de esas de dedo (de ahora en adelante nos referiremos a ellas como flip-flops) en "Banana Republic": naranjas Ro y rojas el Peda ("son más bonitas las naranjas" decía Ro).
Bien, eran unas flip-flops un poco más chic (35 dólares de la época) que las que se compran en el chiringuito de la playa, pero unas flip-flops, al cabo. Se acabó el congreso/vacación y las olvidamos. Pero como el buen divagante sabrá, los Pedalistas tomaron ese verano una de las decisiones mejores de su vida: cogerse seis meses de sabático por Latinoamérica, seis meses de mochila cuya preparación no fue precisamente fácil: los disfraces a lucir en tan diversas latitudes exigían desde los tirantes al damart thermolactil (no he pasado nunca tanto frío como en ese viaje). Lo mismo aplicaba al calzado, elemento más complicado por voluminoso.
Tras pasar seis semanas en México, los Pedalistas cruzan a Guatemala y su primer destino era Tikal, con sus pirámides, en plena jungla de la región del Peten. Tikal son las séptimas ruinas que visitábamos a esas alturas de viaje (tras los Chichen Itza y Teotihuacán del mundo, ahí es nada), pero sin dudarlo fueron las que más nos gustaron e impactaron (y ahora se incluye la Gran Pirámide de Giza). Por su localización, en medio de una selva salvaje, donde los monos se pasean por las copas de los arboles, y por lo dramático de algunos de sus templos, tan empinados. Cuando subes al templo IV (medio jugándotela, porque es de verdad casi vertical), llegas a la cima y ves toda la jungla, y sobresaliendo, trozos de otros templos, piensas que esto se descubrió un día desde un avión que cruzaba por allí. Sin embargo, cuando empiezas a caminar y ves los templos que aún están bajo la vegetación, con árboles bien grandes que parten de lo alto del templo, entonces te das cuenta de que no: la jungla se había comido esta ciudad maya (la más grande hasta ahora, hay que esperar a que saquen El Mirador, al norte de Tikal), y aún tiene engullida gran parte. Basta ver el Templo V, restaurado con fondos de cooperación española, en el que subimos: 64 metros de altura que hasta hace un año eran solo una montaña llena de broza.
Espero que haya quedado clara la exuberancia del paisaje y la magnificencia de las pirámides con el párrafo anterior (copiado de mi diario). El que necesite evidencia visual, que clike aquí. En fin, que Tikal es LA JUNGLA. Para visitarlo, te llevan en furgonetas desde el pueblo (Flores), que salen cada media hora desde las 5 am para los mataos que quieren ver allí el amanecer, hasta las 10:30 am. Adivinen en qué furgoneto se suben los intrépidos Pedalistas. Correcto. Y desde luego, volvería a hacerlo: no había nadie, ni en la furgo ni en la espesura selvática: todos los trailblazers ya estaban de vuelta.
De repente, al bajar del vehículo, aún alucinada de lo que tenemos frente a nuestros pies, se me ocurre mirar a los ídem, y, oh, qué veo? Mis deportivas supertrek, ya un tanto ajadas y... COMOR???? Efectivamente, como imaginan: el Pedalista se ha ido a la jungla en flip-flops.
No recuerdo-afortunadamente-si entre las lágrimas hago algún comentario en ese momento de lo inapropiado de unas chanclas piscineras compradas en la Quinta Avenida en un momentode exaltación de la amistad en este contexto, pero la madre naturaleza, que es sabia, decide, justo antes de escalar el templo V (el de los 64 metros, no apto para los que sufren de vértigo), que el Pedalista campo-y-playa no ha de subir al susodicho Templo V con esas chanclas de Banana Republic, y en un mal paso… paf, se rompen por el punto en el que se unen entre los dedos y conectan con la suela. Inexplicablemente, afirma él, y debe subir al templo descalzo. Un paso más para convertirse en wanna-be, de esos que van descalzos para estar en contacto con la Madre Tierra.
Ni qué decir tiene que el resto de la exploración de Tikal, con la escalada de trepidantes templos, y a navajazos con la vegetación que va creciendo a nuestras espaldas, a medida que avanzamos, hay que hacerlo con un Pedalista que anda a la pata coja con una flip-flop sin el dedo que la ancle a la suela. Finalmente, la penúltima furgoneta se va y tenemos que esperar una hora más-pasto de los mosquitos, que ya va a atardecer-, porque el Peda viene cojeando en el horizonte y el hombre se niega a esperar.
Así que las crisis de pareja pueden ser a lo guerra de los Rose, disputas millonarias, o por un tema verdaderamente de peso: que tu pareja decida irse en flip-flops A LA JUNGLA.
Milagrosamente, la pareja siguió viajando como tal y, como no creo en Dios, ni en los Hados, tendré que culpar a la injusticia poética por la segunda parte de esta historia…
Continuará…
A la espera de que continúe, dos observaciones:
ResponderEliminarLas chicas sois unas repipis doñaperfectas.
Yo me los habría comprado negros, los flip-flops. Mucho más elegantes.
No estabais de vacaciones? Pues eso, algo cómodo y fresquito... Con un par!
ResponderEliminarPara cuando la segunda parte?? Quiero más!!! :) Que bueno...si es que estos hombres no se que tienen en la cabeza, mira que ir a la Jungla con chanclas!!! Ni que fuera Frank de la Jungla!!! :)
ResponderEliminarA ver....gracias por la dedicatoria...pero vamos..unas flip flop rojas son de lejos muchísimo mejor que pongamos por ejemplo..unos crocks azul eléctrico.
ResponderEliminarAún así, estoy contigo..unas flip flop no son para la selva...pero me creo cualquier cosa del Peda...
de todos modos un consejo..si tuviera por ejemplo unas crocks azulonas..aprovecha un despiste y tíralas
juajauajauaaasss el Peda es la ostia!!!!
ResponderEliminarCosas de la vida...a mi, en el primer viaje largo con Hermes, me cayó una bronca del quince por no llevar flip-flops... tuve que comprarme unas (vuelta al murmuro porque fueron chanclas estilo esclavas..no dedo..me rozan todas) en un mercadillo de Tel Aviv (para dejar de oirle los gruñidos).
ResponderEliminarSegún él son básicas para ducharse con ellas puestas, en cualquier sitio del mundo donde te tengas que duchar, que no sea tu casa.
Estoy imaginandome al peda en la selva con chancletas cojeando de un pie y me estoy partiendo..jajauajauaj.
NAN, soy de las mujeres más relajadas del planeta, como copiloto no tengo precio: desconecto. ESte tema me afectó pq tuve q verme Tikal a paso de tortuga y se me comienron los mosquitos. Cada uno q vaya como quiera. Las flipflops eran negras, y en las tiras esas sobre el drodal del pie teníán una línea gruesa central naranja o roja. Igual te habrían gustado.
ResponderEliminarDIVA, as above.
VALLE, segunda entrega cuando pueda. Me alegro q e haya gustado... la verdad es q nos hemos echado MUCHAS risas a través de los anios con esta historia.
MO, no adelantemos la Parte II, q los, pongamos crocs azul azulete igual están relacionados con esta historia...
Sí, NO, las flipflops son necesarias para ducharse en la cadena de guesthouses favoritas de Ro (y la q firma). A Ro no le duraron sus Banana ni medio minuto... las del Peda aún dieron de sí, atnción a la Parte II...
MUxus
di
Si es que yo ya sabia (o creia saber) donde me metía...y aun asi me iba sin plip-plops...
ResponderEliminarComo me dice Hermes: "NO, es que ves un barranco y te tiras" (jajajaa)
(igual por eso estoy con él ;)...y me encanta)
por alusiones.
ResponderEliminarlas chic-choc q se compraron el Peda y Ro eran monas, hay q reconocer q poco practicas, pero eso se soluciono comprando las brasileiras de toda la vida mucho mas baratas y duraderas.
las chic-choc de Ro no se rompieron al medio minuto, duraron hasta un viaje a Iran donde Ro las tuvo q compartir con sus compañeros de fatigas, los Depaco, por q ellos no tenian la santa costumbre de usar flip-flops en la cadena de hoteles Nuestroshotelesdemierda.com hasta q empezaron a viajar con Ro.
asi q, No, hazle caso a Ro en este tema q parece q sabe algo del tema.
pero alla cada cual con su manera de pillar unos buenos hongos foraneos.
chuikssss a todos.
jajaja tu Peda es un figura, me encanta. Tengo yo uno en casa con el que se llevaría de cine ;-)
ResponderEliminarBesos
Eso no es un hombre ni es ná. Si se va en flip flops, se va en flip flops, ¿pasa algo? ¡Pero que luego le vean cojear!
ResponderEliminarNada me extrañará ya en la segunda parte.