16 febrero 2011

Di pre-Mini, Di oxitoxicada

Más de dos me dijeron, antes de tener a Mini "que no me pegaba tener hijos". De hecho, yo misma no me veía empujando ningún carrito. Yo era un ser-sigo siendo-interesada en mundos que poco tenían que ver con las tertulias de madres en los parques, los purés y el rollo infantil. No era de las que veían a un bebé y se derretían, y la mayoría de los críos a mi alrededor me parecían un tostón. Hasta que apareció ella.


Me he puesto a divagar sobre el estado de euforia más allá de todo lo razonable que viví cuando nació Mini tras el de Diva de ayer (me asomo a la ventana, eres la Diva de ayerrr) y los comentarios que siguieron sobre "la efervescencia en el amor". Aj, quien lo probó, lo sabe, como vengo diciendo. Pero éste de la oxitocina (oxitontina, Nan dixit), es un estado que de alguna manera sigue: a menudo la miro y casi he de pellizcarme para bajarme de la nuba de mi buena suerte. No puedo creerme que esa hija sea la mía, que me hayan tocado todas las varitas para que ese ser con esos ojos redondos y esa manera de hablar tan graciosa me diga cosas tan absolutamente hipnotizantes como "ya vale" o "un poquito" o "se vaaa", cuando ve un tren. Es puro enamoramiento, "ya vale" parece lo más apropiado de decir cuando no quieres más, pero me sigue pareciendo, en su boca, genial.


Puedo parecer, por lo escrito, una madre boba que va a malcriar a su hija. Pero, divagantes, esto no es nada en comparación con la cara de cordero degollado que se me puso cuando el Peda me dejó a Mini en un ladito de mi cama. Ya dicen los expertos que esos días postparto son una montania rusa de emociones: los estrógenos tan altos que mantenían el estado de ánimo más o menos arriba caen en picado a sus niveles anteriores, y de ahí el "maternity blues". En mis clases de preparación al parto, la matrona sacó una caja de panuelos y la puso en el centro de la habitación con un "los vais a necesitar". Ja, no me pasará a mí.


Era de noche, todo estaba oscuro y tranquilo, y puedo decir con confianza, sin saber cuantos anios me quedan por vivir (y espero sean muchos) que el momento mas mágico de mi vida ya lo he vivido. Era mi segunda noche con Mini, estábamos solas en el hospital (ya he explicado que en el UK no dejan que se quede el padre, la suegra, ni los ninios cantores del tirol a hacerte compania por la noche), mirando las casas del Parlamento, iluminadas. Mini y yo abrazadas, su cabecita pegada a mis mejillas, sus manotas enormes entre mis dedos, y ese olor que saca de cada uno el reptil que lleva dentro, lo más ancestral. En ese momento, un travelling de esos en los que la cámara gira alrededor de los dos protagonistas, cada vez más rápido, y sube, y nosotras el centro del universo y yo llorando como no he llorado en mi vida, con una alegría tan exhilarante, que debió ser enfermiza, bajo los efectos de alguna droga de ls más fuertes: las mías.




Mini, que algún día leerá esto, no se podra hacer ni mínimamente a la idea de lo que ese ratito, o sus primeros anios de vida, supusieron (están suponiendo) para mí. Aunque se lo intente contar, cada dos noches en este blog.

12 comentarios:

  1. Cuando llegan a nuestra vida, ya no tiene sentido sin ellos. Es con mucho lo que más marca nuestra vida, y nos hacemos mejores ( o eso creemos) por ellos.

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  2. Yo no viví así la experiencia. Tuve maternity blues, sí.

    Pero el momento de conexión con la naturaleza que tanto describen por ahí no lo sentí. Ahora que sé que alguien razonable y no solo las mamás vacas del mundo lo han pasado ya me lo creo.

    Eso sí, se me cae la baba con mis niños y sus 'maravillas'. Yo tampoco era de las de coger a todos los bebés y pasaba y paso bastante de los niños que no son míos.

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  3. Con respecto al cambio de look, ya lo iréis mejorando. No importa. Pienso lo mismo que cuando (ojo, que creo que esto le he contado) llegó la demosgracias la poli apareció vestida de azul (venían tiempos de colores, todo es de color) y al poco aparecieron de marrón (de ahí que se diga "la madera") y les cantábamos a 10 metros eso tan bonito de "Un cabrón es un cabrón, de azul o de marrón". Es decir, la forma se irá adaptando al contenido (y esto no vale para el tema guadianesco).

    Me ha parecido un divague emocionante, en el buen sentido de la palabra bueno. Cuando Mini lea en su adolescencia el párrafo que empieza "Era de noche, todo estaba oscuro y tranquilo...", llorará como una perrilla. Revivirá conscientemente la noche de su entrada en el mundo. Y además, ¡joder!, no es lo mismo ver las gruas de la construcción que las casas del Parlamento. Hasta la localización de exteriores fue excelente.

    Ni que decir tiene que no he vivido eso, ni cuando fui hijo (se me esperó con terror y espanto) y mucho menos cuando fui padre. Pero eso no me quita la capacidad de apreciarlo. A cambio he tenido con él una relación excelente desde que cumplió 10 años y hasta me lo llevaba a las maratones nocturnas de cine, cuando su madre no estaba en Madrid; todavía recuerda una de Kubrick a la que fuimos con una bolsa con bocadillos de tortilla francesa y un gran paquete de chuches. Y una relación "extrema" desde los 15, cuando su madre tiró la toalla y lo encomendó en mis divertidas manos.

    Pero no es lo mismo, claro. Y eso es la escritura, poder vivir las experiencias centrales de otros.

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  4. Peke y Ani: soy la primera q me tomo nada en serio esa imagen mia con un rayo de luz a lo El Greco y baby en mis brazos. Lo q me impresiona es todos los mecanismos q tiene nuestro cuerpo para preservar la vida, pq al final, es de lo q se trata. Junto con esas lagrimas de emocion tb hubo mil momentos de hacer un himalaya de aquella motita q le ha salido en la esquina de una unia. Cosas q normalmente calificariamos de neurosis sin remedio, y q realm lo son. Tb queria decir q una amiga me dijo q ella "no tendria depresion postparto pq era muy resppnsable". Bueno, no funciona exacatmente asi... Y eso crea mucha culpabilidad en las q la tienen (y no hablo del blues, sino de algo mas severo). Nan, luego sigo...

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  5. Yo tuve maternity blues con M. Mi primera noche en casa dije.."se queda de hija única".

    Para mí ha sido mucho más emocionante las experiencias posteriores que el parto y el postparto. Ahí éramos extrañas absolutas.

    Ahora es muy distinto.

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  6. Di...que divague mas bonito...me he quedado en una nube..

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  7. Te había entendido, por eso me creo más ahora lo del momento ese que yo no viví. A mí me pasó como a Molinos, para mí eran extraños los primeros días. Empecé a disfrutar (y a enamorarme) algo después.

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  8. Ah, NAN "la forma se irá adaptando al contenido"... bueno, vale vale, no entro... Lo de tu relación como padre, yo spr pensaba q me gustaria más de adolescente q de ninia, y la sorpresa fue mía q me gustara tanto como bebé... ahora sí q me fijo en los bebés, e incluso en esos moztruos, los toddlers q dicen por aquí (su actitud vital perfectam descrita en Toy Story 3, cuanod entran ene l day centre...)

    Mo y Ani, la gente tiene distintas reacciones, lo q parece común es el "rollercoaster emocional" q no quiere decir nada (o sea, q quien se ilumina no quiere mas a su hijo q a la q le da por llorar). Si lo cuento es pq yo fui la primera sorprendida,c onciéndome, por mi reacción. Esta bien sorprendernos d evez en cuando...

    Grcias No, puedo ser bien cheesy si me lo propongo...:)

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  9. Sí qu ha sido un divague bonito, sí...

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  10. Buah, mi hija, mi hija, ... menos lobos caperucita, que seguro que cuando se te ponga imposible dirás que es del Peda.
    Por cierto, ¿he querido entrever que has llamado varita mágica a la cola del Peda?

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  11. Graches spidi, y sí, Ababol, cuántas veces eso de: "TU hija ha tirado todo el gel por la baniera" o "sabes la última de TU hija?". Pero es q claramente, en eso, sale al padre! (q me decia ayer: "no me siento con autoridad moral para decirle q no se meta en lso charcos-los reales, los metafóricos vendran más adelante-pq de pequenio me metía en todos").

    Y no me hagas reír con las metáforas arriesgadas.... :):):):)

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  12. Que ternera ¡¡¡¡¡ digo .... que ternura¡¡¡¡

    K ..., muy bonito.

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