19 diciembre 2009

Enamorarse

En este tema, como en algún otro, cada uno cuenta la feria según le va. Unos se enamoraron al verse por primera vez. Otros estaban cansados de verse pero no se enamoraron hasta un día concreto. Los hay que se enamoran de todo. En cambio otros son incapaces de enamorarse pues sólo saben quererse a sí mismos. También hay algunos que no se quieren nada, y así, es imposible que los quieran.

Yo, por lo general, no soy enamoradiza. Aunque he tenido mis "momentos". También es verdad que es difícil enamorarse por estos dominios. Así que no es ningún mérito ser fiel. Simplemente no existe la tentación.

En la adolescencia, en la juventud, es más fácil que cupido haga de las suyas. Sin embargo, cuando uno busca enamorarse en esta etapa de la vida, ¿qué debe hacer?

El sentimiento general que he podido contrastar es que está la cosa muy mal a estas alturas. Hay quien dice que si lo buscas no aparece. Los menos se encomiendan a San Antonio. Otras personas lo buscan en todas partes, sin éxito. A medida que nos hacemos viej@s, nos volvemos más excentric@s, más exigentes y por ende, más difícil es encontrar un complemento que sume y no que reste. Y es que l@s hay muy rar@s...

En este tema, también las mujeres tenemos desventaja. Y es que por lo general un hombre, a medida que aumenta de edad, aumenta sus posibilidades de elección. En cambio, una mujer, cuánto más mayor es, menos posibilidades tiene de encontrar su media naranja, más difícil lo tiene.

El aspecto físico es sin duda nuestra carta de presentación. Es lo primero que los demás perciben de nosotros. Si hay repulsión en esa primera entrada, será difícil llegar a algo más. No hace falta ser un metrosexual. Eso puede ser incluso un punto negativo. Es indispensable observar unas mínimas costumbres higiénicas y mirarse al espejo antes de salir de casa. A partir de ahí todo lo demás va incrementando puntos: su forma de moverse, sus gestos, su manera de hablar.

También pienso que hay que conocerse. Lo de enamorarse a primera vista puede traer consigo algún susto. La convivencia es lo que tiene. Desmitifica bastante.

La admiración, en mi caso es un punto a favor. Me cuesta menos enamorarme de alguien que admiro. Puedes encandilarte de alguien por muchas cosas: imaginación, madurez, tocar bien la guitarra, experiencia, saber cantar, saber escuchar…

Un nivel cultural parecido ayuda bastante. Lo mismo que una educación similar. Tener aficiones comunes puede ser algo bueno aunque, tenerlas totalmente diferentes puede resultar enriquecedor.

En mi caso hay además un elemento multiplicador de dopaminas, feniletilaminas y demás: la sonrisa.

La sonrisa habla todos los idiomas y vale por mil palabras. Es cierto que hay muchos tipos de sonrisa: seductora, tímida, vergonzosa, de complicidad.... Para mí, una sonrisa debe de iluminar la cara en su totalidad. Debe de ser franca, abierta, espontánea, relajada. No puede estar contenida. No puede ser forzada. Debe ir compinchada con los ojos. Tiene que darte las respuestas y quitarte el miedo.



Hoy hace nueve años que nos dejó un neoyorkino de Graná. Se estrujaba el corazón con cada canción y al final le pasó factura.

Y es que Carlos Cano hacía la copla sencilla, desfolclorizada y con mucho sentimiento. Una voz inconfundible, un emigrante, uno de los pocos juglares que me han gustado y el culpable de que yo me aficionara a la copla.

Y esa sonrisa, como para… enamorarse!






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